Allí donde nunca he viajado, felizmente
más allá de toda experiencia, tus ojos están en silencio:
y en tu gesto más frágil hay cosas que me envuelven
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.
con sólo mirarme me abres fácilmente
aunque haya estado cerrado como unos dedos,
tú me abres siempre pétalo a pétalo
como la primavera abre
(tocándola en forma diestra y misteriosa)
su primera rosa.
o si tu deseo fuera cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos hermosa, repentinamente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo ligeramente por todos lados; nada de lo que percibimos en este mundo iguala
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura
me somete con el color de sus campos
retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.
(no sé que tienes, que me cierras y me abres,
aunque algo me dice que la voz de tus ojos
es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia
tiene manos tan pequeñas
E.E. Cummnings
“Atribuimos gran importancia a los
encuentros casuales, consideramos que cambian el rumbo de nuestra vida,
pero tales encuentros jamás se hubieran producido si no nos hubiéramos
preparado para ellos. Si poseyéramos aun más conciencia, semejantes
encuentros nos hubiesen producido recompensas mayores; el hombre que
está completamente despierto, sabe que todo «suceso» está cargado de
significación. Sabe que no sólo alterará su vida sino también,
eventualmente, afectará al mundo entero.”